No existe electrodoméstico más inconformista que la licuadora, a ella no le importa la perfecta proporción de las frutas, la indignan las vetas de colores, no le sientan bien las texturas, aborrece los tallos y hojas, y desaprueba los sabores heterogéneos. Qué sanmartina que es la licuadora: será como ella quiere, o sino, no será nada.
Vez tras vez la mano del hombre ha intentado apaciguarla, pero ella siempre devuelve lo que su juicio dicta, incorruptible, insensible, parca, férrea...
Son a veces bastante comprometedoras las cosas que se pueden decir sobre los objetos cotidianos y son mucho más terribles cuando nos damos cuentas que todos somos un poco licuadoras, un poco humanos y lo que nos queda en el medio es la fruta... y los dedos. Así que, viajeros, les recomiendo tengan cuidado en el licuadito de hoy.
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